Cuando fui a África
conocí a Manuel
un niño de ocho años
que quise conocer.
En mi pueblo me enseñaron
que el dinero era necesario
pero el me enseñó
que tanto no había que valorarlo.
El dinero
no era importante
y con él aprendí
con la naturaleza comunicarme.
Aprendí a ser mejor persona
y siempre recordaré
lo que aprendí
con aquel niño llamado Manuel.
Mi tiempo de viaje
fue acabando
y me hizo prometer
lo que habíamos acordado
Una promesa muy importante,
algo que jamás olvidaré
y me hizo prometer
que no cambiaría mi forma de ser